Educando al sistema educativo. ¿Qué recuerdas del colegio?

Por: Joan Climent
Fuente: The new you time



De pequeño me gustaba imaginar el mundo griego antiguo. Me fascinaba la filosofía y la física que el pueblo griego, ya entonces, debatían. No leía mucho sobre ello, pero tenía una vívida imaginación que me transportaba allí directamente, atrás en el tiempo. Una de las cosas que más me gustaba imaginar era la Academia de Platón, los discursos de Sócrates y un mundo nuevo (para mí) de sistemas educativos. Me imaginaba a los hombres conversando con fervor sobre el significado de la vida, sobre cómo sale y se pone el sol y tantas otras cosas. Es una pena que hoy envidie a esos hombres. Envidio la forma en que aprendían.
¿Sabías que el origen de nuestro sistema educativo actual se remonta a la época del despotismo ilustrado (siglo XVIII)? Este sistema fue ideado para crear personas dóciles y obedientes. No para formar ciudadanos sino súbditos. Esto no es una interpretación histórica. Esta fue la verdadera razón del nacimiento de la educación pública, gratuita y universal tal y como la entendemos hoy en día.
En la Grecia antigua la educación se entendía de forma completamente distinta. Las academias eran lugares para reflexionar, conversar y experimentar de forma libre. La instrucción obligatoria estaba reservada solamente para los esclavos.
Parece, y quiero creer que estoy profundamente equivocado, que al estado no le preocupa lo más mínimo la persona como individuo. Horarios estrictos, presiones, notas, exámenes, deberes, temario separado de la realidad…
Hoy en día la escuela se ha adaptado al modelo industrial y parece estar buscando siempre la forma de encontrar el mejor resultado con el mínimo esfuerzo posible. Desde un punto de vista totalmente objetivo,la escuela es perfecta para producir “obreros inteligentes.”
El modelo de educación de un niño se parece de forma terriblemente asombrosa a la manufactura de un producto. Un conjunto de pasos (o cursos) que separan a los niños por generaciones. En cada uno de estos pasos, una persona se enfrenta a 30 o 40 niños para introducir conocimiento sobre su asignatura en las cabezas de los atareados niños. De esta forma, el maestro no puede tener un contacto prolongado con el niño y verlo crecer, de forma que el proceso se vuelve automático.
¿Acaso todos los adultos sabemos lo mismo? No, por que no todos nos dedicamos a lo mismo. ¿Por qué exigir entonces a 30 niños (donde cada uno es un mundo) que aprendan lo mismo, en el mismo tiempo y con los mismos resultados?
Los seres humanos somos parte de la naturaleza. ¿Cuál puede ser un ejemplo de los “niños de la naturaleza”? Las semillas por ejemplo. Las semillas llevan consigo toda la información para crecer y desarrollarse en un gran árbol. Hay algunas necesidades que deben ser cubiertas, por supuesto: regarlas adecuadamente y proporcionar los nutrientes necesarios para que sean absorbidos. Del mismo modo, los niños absorben la cultura que les rodea y aprenden las letras y números, ya que están en el día a día del ser humano, no lo aprenden por repetición.
Ahora, déjame preguntarte algo. Si te dijeran, entra en esta aula y siéntate a escuchar a gente que quizás te interesen o quizás no, durante 7 horas al día y, ¡ah!, más vale que recuerdes lo que te cuenten por que tu futuro en la vida depende de ello, ¿te sentirías bien? Déjame que replantee la pregunta, ¿no es esto un poco violento? El sistema actual tiene cimientos muy violentos y represivos. Y sabemos científicamente que un entorno violento propicia la violencia y es más fácil que ésta se desarrolle. Así pues,nuestro sistema educativo no está educando para la paz en su máxima capacidad (ni por asomo), sino que el sistema destila signos de violencia.
Necesitamos amor en las aulas. Amor que venga de la preocupación por el niño y su vida. Y una educación que se centre en él como persona y en desarrollarse a su ritmo personal.
¿Y cuáles son las consecuencias de este método actual? Bueno, cuando somos niños caminamos porque nos gusta y aprendemos por el placer de aprender. Conforme pasa el tiempo se nos enseña a buscar motivaciones externas para aprender, por ejemplo: obtener un título, ganar dinero, etc. La motivación no está en la meta, sino en el camino. (Véase el tercer paso del éxito).
Las grandes personas de la historia se han caracterizado por ser tremendamente imaginativas, por ser soñadores, ¡tal y como son los niños!
Así que cuestionémonos nuestro sistema educativo porque yo seré el primero en admitir:
He sido tan feliz totalmente inconsciente del sistema educativo que me asusta.

Páginación

Entradas populares