Manifiesto del aprendiz. Frank Smith

El cerebro siempre está aprendiendo. Aprendemos exactamente lo que las personas a nuestro alrededor nos muestran. Las escuelas deben dejar de intentar enseñar a través de ejercicios, actividades y exámenes sin sentido.

El aprendizaje no requiere coerción ni recompensas irrelevantes. Fallamos en el aprendizaje solo cuando estamos aburridos o confundidos, o cuando se nos ha convencido de que el aprendizaje será difícil. Las escuelas deben convertirse en lugares donde el aprendizaje suceda naturalmente.

El aprendizaje debe tener sentido. Si comprendemos, entonces aprendemos. Las escuelas deben cambiar, no intentar cambiarnos a nosotros, para asegurarse de que comprendemos lo que esperan que aprendamos.

El aprendizaje es incidental. Aprendemos mientras hacemos cosas que encontramos útiles e interesantes. Las escuelas deben dejar de crear ambientes que no permiten involucrarnos en actividades sensoriales.

El aprendizaje es cooperativo. Aprendemos de personas que practican lo que enseñan. Las escuelas deben dejar de intentar transmitir la instrucción mecánicamente. Si los profesores no son capaces de enseñar, debe haber mejores profesores, no más pruebas ni instrucción programada.

Las consecuencias del aprendizaje significativo son evidentes. Demostramos las cosas que hemos aprendido haciéndolas, o involucrándonos en esos aprendizajes. Las escuelas, los profesores y los padres no deberían necesitar las calificaciones, notas o exámenes para descubrir si hemos aprendido.

El aprendizaje siempre involucra sentimientos.
Recordamos cómo nos hemos sentido cuando aprendemos y cuando fallamos en aprender. Las escuelas no deben tratar a los alumnos como gallinas a pilas, o como máquinas.

El aprendizaje no debe comportar un riesgo. Si somos amenazados en el aprendizaje, entonces temeremos al aprendizaje. Las escuelas deben reconocer que las continuas evaluaciones son un acoso intelectual.

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